Érase más de una vez alguien que quiso ser de un par de ojitos tercos, que hacían juego con el dibujo de un par de hoyuelos en la sonrisa.
Los ojitos eran de un acento que los delataba de algún lugar muy muy no tan lejos.
Alguna vez ese alguien pensó hacerse pasar por la manzana envenenada de tu cuento, para cuando te descuidaras te robara un beso y luego que cayeras desmayada caminarte la espalda con los dedos y hacerse nudos con tu pelo.
Pero ese alguien nunca intento ser de esos ojos tercos; y siempre triste y sin consuelo lo encontraba a obscuras su amiga la luna, en las noches más largas y en las que más tiznan el cielo.
Así fue hasta que una tarde antes de asomarse, la luna se pintó de blanca y te puso nombre para que hubiera contrastes en mis noches y mis sueños.
Ashh.. con el corazón raro
Hace 11 años.